Amo la poesía de Blas de Otero: poeta vasco, español, comunista, místico, actual. El primer libro que tengo fue “Expresión y reunión”, primera edición, comprado en Sevilla en 1970. Libro gastado por su uso. Libro antológico. Otero es actual en sus críticas a la Europa en Guerra: “Aren en paz”. La soledad mística, al estilo de Miguel de Unamuno, que expresaba en San Manuel Bueno, mártir: Dios mío que yo crea en ti. Blas de Otero se dolía de la ausencia de Dios. Le reprochaba las intervenciones en su persona: “Me haces daño, Señor. Quita tu mano/ de encima. Déjame con mi vacío, /…” De Otero tenía sed de mujer, cuando dice: “Cuerpo de mujer, río de oro/donde, hundidos los brazos, recibimos/ un relámpago azul, unos racimos/ de luz…”
Mi poema identificativo es “Hombre”:
«Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.
Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.
Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser y no ser eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!»
Como en la copla popular: “Ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio…”