Al nacer tenemos la certeza de caducidad sin que conozcamos la fecha. La muerte de un amigo, de un familiar es una tragedia que nos marca. Si indagamos en los ritos funerarios actuales encontraremos que somos herederos de la Roma antigua. Los enterramos fuera de la ciudad, del “pomerium”, y los llevamos a la necrópolis, a la ciudad de los muertos, aquí también llamada “el patio de los callaitos». Igual que los romanos,tenemos la costumbre de tener monumentos funerari
os, como signo de poder social, de casta. Apaciguamos a los difuntos con diversos ritos y oraciones; les llevamos flores y en Méjico los acompañamos en su día con comidas, tabaco y licores. Los romanos decían: doy para que des: “Do ut des”. Hay que apaciguar a los “Manes”, espíritus benéficos, para que no se conviertan en “lémures” molestos espíritus.
Un cristiano católico, militante sindical, íntegro, de la comunidad de La Asunción, José Pérez, Polila, ha fallecido. Muchos somos testigos de su vida. Descansa en el seno de Dios.
Trabajador de la construcción, militante de Comisiones Obreras, luchador hasta los últimos días de su vida. Su preocupación sindical de sus últimos años fué que el local de los pensionistas y jubilados de Jerez se mantuviera abierto y así lo hizo hasta que ya no pudo más.