(recuerdo también de mi tío Antonio Cobo Peña, fusilado por la represión franquista en Jerez)
¡Hola, buenos días! “Diga” ¿Es casa de José? ¿Quién le llama? Soy Paco, del sindicato de pensionistas” “¡Ah! Sí.” (Me contesta una voz femenina). “Es que gustaría hablar con José” “No puede ser. José murió hace más de un mes” ¡Oh! (Con quien hablo es la viuda).
José es nombre ficticio, pero la persona es real. Tenía noventa y tantos años. Ha muerto una víctima colateral de la dictadura franquista. Sufrió calladamente el asesinato, así lo calificaba, de su padre en el año 1936. José tenía seis años. Recordaba cuando iba al cuartelillo existente en locales del Ayuntamiento, para llevarle comida y ropa. Al poco tiempo cuando fueron a visitarlo le dijeron que se lo habían llevado. La madre de José lloraba, él no comprendía del todo. Quedaron en la indigencia y el Ayuntamiento les cedió la habitación en donde estuvo preso el padre de José
. De niño a adulto, cambio de localidad, trabajo, ascensos en la administración provincial y se jubila. Piensa que tiene una cuenta pendiente. Su padre era dirigente de “Izquierda Republicana”, de convicción católica, pequeño empresario autónomo. En las largas conversaciones con José, le pregunté qué había pasado en todos esos años. Me respondió con voz cavernosa y dolorida: “Era el miedo, Paco”. Como José hay muchas personas que han estado largos años sufriendo en silencio. El terror esparcido por los vencedores. ¡Cuántas vidas se han llevado a la tumba el sufrimiento! Descanse en paz José, ha reivindicado la memoria de su padre