Después de labrar la tierra, hacer los alcorques, la poda, los almendros florecieron. Se sulfataron.
Ahora hay que varear, separar la primera cáscara, romper la segunda, la dura, separar la marrón, previo escaldeo, queda oficiarlas. Crudas, tostadas, ajo blanco, desfoliante, guiso de pollo. A veces pienso que es mejor comprar cuarto de kilo en La Plaza de almendras peladas.
Cantaba Joan Manuel Serrat: «Por la mañana el rocío, por la tarde la calor, por la noche los mosquitos. No quiero ser labrador.»