“Roguemos al Señor para que los médicos y los sabios descubran “eso” de las células madre y lo de los embriones “esos”, para que mi nieta Beatriz se cure de la diabetes”. Así se expresaba María N. en la petición de los fieles el domingo en la misa parroquial.
María N. siempre va acompañada de su nieta, de ocho años, que asiste a la catequesis preparatoria para la primera comunión. Beatriz tiene una diabetes no por causa de la obesidad, sino de nacimiento, que marcan la vida de las personas desde la infancia.
Mi amigo José, viudo de cuarenta y pocos años, tiene un hijo en las mismas circunstancias. Alguna vez me contaba que lo pasaba muy mal, porque tan malo era un subidón de azúcar en la sangre como malo es un bajón, y quizás mas peligroso. José dormía, y el niño no podía decir qué le pasaba. Solo un pequeño ruido delataba el problema. Con un ojo cerrado y el otro abierto dormitaba José día tras día, año tras año. El niño tenía poca edad. José trabajaba en una entidad financiera, y tuvo que buscar una pre-jubilación porque tenía que optar por tener un hijo con diabetes o dejar el trabajo para atenderlo.
La petición de la abuela María N, de setenta y ocho años, me interpeló en mi pertenencia a la Iglesia Católica por la oposición a la investigación sobre las células madres embrionarias. Estas células son capaces de resolver los problemas de diabetes que afectan a infantes. Infantes bellos, de ojos inocentes, y sin caer en el sentimentalismo estético: ángeles terrenales aprendiendo a vivir en un mundo de adultos. Esponjitas captando todo lo que sucede a su alrededor.
De forma sencilla, y si me equivoco me corrigen, un embrión fecundado con un espermatozoide, o por clonación, en su estado de mórula, es como una mora frutal, tiene células que contienen la función de generar cualquier tipo de tejidos que mueran o tengan dificultades para reponer las células que van muriendo. Son células totipotenciales. Es especialmente indicado para enfermedades degenerativas como el Alzheimer, el Parkinson o la diabetes. En este último caso debido a la muerte de células del páncreas que crea la insulina y ésta controla la cantidad de azúcar en la sangre.
El Vaticano se ha opuesto sistemáticamente a la clonación de embriones y a la utilización de óvulos y espermatozoides sobrantes de la fecundación asistida, manteniéndose firme en todo lo relacionado a la creación, el Eros y la identidad sexual de la persona.
El presidente George W. Bush, de los Estados Unidos de Norte América, también se ha opuesto a esa línea de investigación, a pesar de que su antecesor Reagan pudiera ser curado de la enfermedad degenerativa que padeció.
Las células madre de las hijas del Príncipe de España han sido extraídas del cordón umbilical y congeladas a 196 grados bajo cero por si en el futuro hubiera una enfermedad degenerativa. No está al alcance de todos, por cuestión económica o por información insuficiente.
La Junta de Andalucía, enhorabuena, ha dado vía libre a este tipo de investigación para aliviar el problema humano de estas personas.
El final de la petición de María N. la asamblea eucarística respondió. “Te rogamos óyenos” sellando una vez más la diferencia de sensibilidad entre la base católica y los dirigentes jerárquicos.