La fuerza que tiene la fe en una creencia es algo que siempre interroga. Cuántos comunistas, anarquistas, murieron por no renunciar a sus creencias en un mundo mejor. Actualmente cuántos sindicalistas mueren, por ejemplo en Colombia, por la defensa de los derechos de los trabajadores. ¡Esos cristianos que morían en el circo romano por no renunciar a su fe en Jesús! Ese pobre gitano, laico, El Pele, que fue fusilado en Huesca por defender a un sacerdote y declararse cristiano y no renunciar a ello. El misterio de la fe.
Ahora la Iglesia Católica ha reactivado su memoria histórica y va a beatificar a unas decenas de fusilados durante la guerra civil española que vivían en el sector fiel a la República. Siempre es rechazable, una desgracia, la eliminación del contrario ideológico. Los humanos, y los españoles, somos cainistas experimentados. Cada organización tiene derecho a tener sus mártires y héroes. Nada que objetar. Como miembro de la iglesia católica, hecho de menos un reconocimiento a los laicos y religiosos muertos por su compromiso con los empobrecidos. Los sacerdotes vascos asesinados por las huestes de Franco son mártires de su compromiso con el pueblo. Unos son reconocidos y otros olvidados.
Ha sido olvidado Monseñor Oscar Romero, asesinado mientras celebraba misa, por su defensa de los pobres centroamericanos. También no se le reconoce el martirio al jesuita Ignacio Ellacuría, mártir de la fe, seguidor de filósofos tan poco sospechosos como Ortega y Gasset y Zubiri. Desarrollaba su apostolado en San Salvador junto a otros compañeros católicos. Las dictaduras de los católicos Pinochet en Chile y Videla en Argentina, asesinaron a muchos cristianos, que entendieron la fe desde los empobrecidos. Estos no tienen memoria histórica de la jerarquía católica.
Algunos jóvenes jerezanos de los años setenta, conocieron al sacerdote asuncionista Jorge Azur, de nacionalidad argentina. Yo tuve la suerte de acompañarlo en un viaje por diversos países del cono sur americano. Lo conocí en Roma, en un encuentro de la Juventud Independiente Cristiana: JIC.
Jorge Adur era amable, sencillo, gracioso en la conversación, y con una entrega por los empobrecidos digna de admiración. Le llamábamos “el turco”. Ejercía su labor como educador de los seminaristas asuncionistas de Buenos Aires, alrededor de la parroquia Los Olivos
En la conferencia episcopal latinoamericana en Medellín, Colombia, se decidió que la adaptación del Vaticano II debía partir de una opción preferencia por los pobres. Muchos lo creyeron y dieron un giro a su vida. Adur, optó por acompañar el compromiso cristiano de los jóvenes en el mundo sindical, vecinal y político argentino. Igual ocurrió en España, en Jerez, y hay muchos antiguos militantes cristianos en estos ambientes.
A Jorge Adur, lo apresaron en Chile, en la “Operación Cóndor”, y lo mataron. También al laico Alejandro Sakhman militante de la JIC. Se cayó desde un tercer piso de la comisaría bonaerense . Fueron asesinados por su coherencia con la fe en Jesús y su opción preferencial por los pobres. Son también mártires católicos. No son reconocidos por la jerarquía. Lástima.