Son varias las causas por las que la vivienda es invadida por elementos molestos e indeseables. ¿Se imaginan una arqueta de cualquiera de las empresas que utilizan el subsuelo jerezano pasando por encima de ella los coches una y otra vez? Empresas como Ajemsa, Telefónica, Ono, Endesa, tienen múltiples tapas de hierro que no ajustan, y cada vez que pasa un coche “trac-trac” a todas las horas del día. Es una invasión a la intimidad del hogar, que por la Constitución Española en el artículo 18.2, y ampliada por diversas interpretaciones del Tribunal Constitucional, está condenada.
La luz de un anuncio luminoso que invade el domicilio y no te deja dormir; la farola que ilumina inútilmente el cielo y que al ciudadano vive en el primero A no necesita encender el interruptor de la luz, porque puede hasta leer con la iluminación exterior.
La música de ese bar de copas, que no respeta los decibelios ni incluso en la retransmisión de los partidos de fútbol. La vecina de encima no sabe cómo poder dormir, porque la invasión del ¡¡gooool! la deja anonadada, y encima no le gusta el fútbol.
El pasado domingo, esperando la cola para ejercer el derecho de voto, comentaba una vecina de Cuartillos que en la víspera de las elecciones le habían asaltado la casa. Esta vecina comentaba que cuando llegó a su casa vio que la reja de la cocina estaba arrancada, que el salón estaba revuelto así como los dormitorios. Le entró tal temblor de piernas y tal pánico que poco le faltó para derrumbarse. Armarios, rejas de ventanas, cristales, cajitas, utensilios de cocina, focos automáticos, estaban destrozados. Libros, documentos, cuadros, todos por los suelos, buscando joyas de oro y dinero en efectivo.
Las mujeres oyentes asumían el miedo que se pasa ante una cosa así. Bastantes personas del mundo rural han sufrido un robo en su domicilio. Las vecinas expresaban el miedo, incluso alguna decía que no pudieron dormir esa noche.
Es la invasión en el ámbito de la vida privada. Después del susto, el trabajo, y las horas para reponer las cosas en su sitio, el tiempo gastado para que acuda la guardia civil, ir al día siguiente a la misma para la denuncia, hacer memoria de lo sustraído, valorarlo. Todo este tiempo tiene un precio que no será repuesto por ninguna compañía de seguro, como tampoco el desgaste emocional.
Los hombres, expresaban opiniones de que hay que coger una escopeta y matar al que se atreva; que hay que cumplir en su integridad las condenas judiciales; que hay que retorcerle el pescuezo; que son personas del entorno; que cada vez se está peor.
El robo domiciliario además de lo sustraído, los destrozos, y el tiempo, es una intromisión en el domicilio que la Constitución condena, pero que no se tiene en cuenta a la hora de dictar sentencia judicial.
(Marzo del 2008)